lunes, 13 de noviembre de 2017

Ultraman desde el corazón

Blog patrocinado por BRT Bikes y SanusVitae

El post del Ultra MX 515 va a ser otro reto en sí. Quiero escribirlo desde otra óptica que no es la habitual, la deportiva, si no la sentimental, que quizás no es mi punto fuerte, pero esta carrera me ha tocado mucho y quiero intentar compartirlo. Allá voy.

Muchas veces me preguntáis que por qué hago estas carreras o incluso que por qué vivo de la manera en que lo hago. Yo sé que veo/vivo la vida de una forma diferente a lo habitual, que cuesta entender, y con este post voy a intentar explicarlo un poco. 

No tengo muy claro como arrancar, así que voy a saltar y veremos como cojo vuelo. Estas pruebas me hacen sentir vivo, me ilusionan, me emocionan, me hacen sentir cosas que no siento de ninguna otra forma y por eso me gusta tanto.

Mi familia y amigos mas cercanos viven en España, por lo que cada vez que se acerca una prueba de estas sé que los voy a echar de menos. De hecho una de las primeras pruebas que hice en Estados Unidos lo pasé muy mal por qué los días previos no me veía con ganas de hacerla, me sentía con miedo y eso no me había pasado nunca, hasta que entendí que lo que me faltaba era un equipo de apoyo con el que yo me sintiera querido.

Ese problema lo soluciona siempre María, que me acompaña en todas las aventuras poniendo todo de su parte para que llegue a meta. Tengo que aclarar que María no es mi pareja, no por destacar que yo esté soltero como siempre le digo de broma, si no para resaltar el nivel de amistad. Ella para venir tiene que gastar sus vacaciones y dinero con el único objetivo de ayudarme, y ver como se implica durante la prueba para mi es algo único. A mi ese nivel de amistad me emociona e intentar estar a su nivel me hace feliz y afortunado por haber conseguido este tipo de relación en mi vida. También tengo que mencionar a David que hizo lo propio en Florida (y que tampoco es mi pareja, jaja).

En este caso el equipo de apoyo se ha completado con Paulo y la maestra Soraya, dos personas de Fresnillo aficionados al deporte, amantes de su tierra y amigos de la organización que se han puesto a mi entero servicio para todo lo que necesitara. Me han cuidado, y lo digo sinceramente, tan bien como lo hubiera hecho cualquier familiar mío. A ellos se han sumado Marta (hija de Paulo), Alan y Martín (hijo y marido de Soraya) y el doctor Nacho. También vinieron Rogelio y Lucía desde México DF, amigos de mis padres de cuando vivíamos en Paris y que hace 15 años que no veía, fue otra gran alegría tenerlos en la furgo. El cariño que yo he sentido de esta gente en los 5 días que he estado con ellos es algo especial, me dio pena venirme sin saber cuando los volvería a ver. Siempre dispuestos a ayudarme en todo lo necesario, disfrutando cuando la cosa fue bien y sufriendo cuando no. Yo les veía la cara de preocupación/sufrimiento el tercer día y volvía a emocionarme. Para mí estas sensaciones son algo especial. Me vuelvo con la sensación de haber dejado allí unos grandes amigos, con la intención de volver a verlos y con la ilusión de algún día poder enseñarles yo a ellos mi tierra y poder tratarles de tal forma que ellos se vayan con la misma sensación.

Otra gran idea que hemos tenido es la creación de un grupo de WhatsApp para informar en directo de como va la cosa y desde el que me llegan ánimos de mi familia y amigos en tiempo real. Mas de una vez me sorprendo escuchando audios de gente que no imaginaría iban a estar pendientes de mi en una prueba de estas. Pocos me habréis visto emocionarme o llorar en persona, sin embargo cuando estoy sobre la bici o corriendo, cada vez que me leen los comentarios de muchos de vosotros me entran los sollozos o salen las lágrimas, ya sea por la situación que recordáis o por la que me viene a la mente. La palma en este apartado, sin desmerecer a nadie, se la llevan mis hermanos Alejandro y Javier.

Y empezó el primer día. Como siempre yo andaba apurado antes de la salida porque no encontraba cosas. En ese momento nos dimos todos los participantes la mano y un compañero de la organización comenzó a leer un texto escrito por un maestro de Fresnillo. Mi mente iba y venía, hubo grandes frases pero mi cabeza se me iba a pensar la suerte que tenía de estar de nuevo esa situación en la que pienso "Joder Alberto", teniendo la oportunidad de poder haber viajado a México, de estar sano y tener la capacidad de prepararme para estas pruebas, de compartir la experiencia con gente a la que no conozco pero con la que tengo mucho en común.

No tenía grandes expectativas en la natación, pero el grupo salió tranquilo y rápidamente me encontré con que iba cómodo a los pies del primero, por lo que decidí mantenerme ahí. Todo iba bien hasta que al final de la primera vuelta nos dijeron que habíamos atajado y que teníamos que volver hacia atrás. Ninguno protestamos, dimos media vuelta y volvimos nadando por donde habíamos venido, ya en último lugar. Me sorprendió el no enfadarme ni enrabietarme, simplemente pensé "bueno Alberto si la natación ya de por sí se te hace larga, esta vez un poco mas", me encontré cómodo y fui pasando gente, intenté coger un ritmo cómodo que no me supusiera mucho desgaste y disfruté de ese agua fría.

Se me volvieron a empeñar las gafas. Cada uno tendrá sus propias creencias pero a mi desde el Gigathlon me pasa una cosa y es que de repente mis abuelos se me vienen a la mente y me da muchas fuerzas. Nunca voy a verles al cementerio porque no creo que estén ahí, pero es verdad que siempre que estoy en la soledad del mar o lago yo noto algo y siento que son ellos, lo cual ya de por sí es un motivo para repetir. Cuando vemos fotos o hablo de ellos me emociono pero esto es algo distinto, por muy raro que pueda sonar.

Salí del agua sin creermelo del todo. Había nadado mas de 11 kilómetros y mi sensación no había sido de exprimirme demasiado. Supuse que había sido el fruto de los entrenos, me cambié, me subí en la bici y me fui. Desde que empecé en el tratlón ha sido una constante el salir mas o menos bien del agua y que luego la gente me adelante en la bici.

Pero fueron pasando los kilómetros en la bici y nadie me alcanzaba. 30kms, 50, 60... yo no me lo creía. Miraba al coche y me reía. Mi objetivo nunca ha sido competir en Ultraman si no participar y hacerlo lo mejor posible. Sabía que había salido del agua con 18 minutos de retraso sobre el primero y no quería ni preguntar a cuanto lo tenía, quería disfrutar de ese segundo puesto lo que durara, imaginándome a mis padres en España diciendo "¡Que va segundo el niño!" e imaginándome la conversación que estarían teniendo como si estuviera allí de lo que les conozco!! jaja.

Yo seguía alucinando y disfrutando de cada pedalada, miraba al coche y veía las mismas caras de ilusión que yo debía llevar y de repente veo al lider parando a comer y le paso. Ponerse primero es la leche, pero ponerse primero sin esperarlo mas aún! Rápidamente aprieto el ritmo para que no me siga y se queda atrás, mas adelante decido que para evitar el sobre esfuerzo seguiré a mi ritmo y que pase lo que tenga que pasar. Veía la gente en el coche disfrutando e imaginaba la gente de España igual y eso era queroxeno para mis piernas!

Finalmente me dieron alcance a falta de 10kms y durante 5 mas peleamos la posición con ataques, hasta que decidimos llegar juntos a meta para no hacernos mas daño muscular. La sensación fue brutal, verme peleando una etapa en un Ultraman, ver a mi gente disfrutándolo y estar orgulloso de los resultados del entreno fue una sensación que me encantó. Crucé la meta y, tras coger aire y abrazar a todos los allí presentes me senté y leí los 500 mensajes de WhatsApp mientras lloriqueaba.

El sábado fue un día menos intenso a nivel emocional por lo que paso directamente al domingo. Salía en 4ª posición de la clasificación general y en mi fuero interno sabía que era un día para sufrir pues llevaba casi dos meses sin poder correr por una lesión en el talón izquierdo, pero en la carrera no lo sabía prácticamente nadie, ni siquiera dentro de mi equipo.

Empecé a correr y me vi sin dolor. Yo para bien o para mal soy un optimista, Antoñita la fantástica que diría mi madre. En el kilómetro 10 iba tercero, sin dolores y empecé a hacer cálculos para volver al podio e incluso ganar, después de todo por qué no van a fallar todos los demás y yo no¿? jajaja

Todo fue bien hasta el km.30, e incluso terminé la primera maratón en cuatro horas, pero ya desde el km.35 habían empezado los dolores y del talón pasó a la rodilla,que se me infló "está como naranja" me dijo María. Ya desde el km.50 sabía que no iba a poder correr más y que iba a ser una cuestión de paciencia y aguante.

Tenía mas de 5 horas caminando por delante, no iba a mejorar mi marca de Florida ni iba a llegar al podio pero me quedaba una cosa: disfrutar de mi suerte. La suerte de estar conociendo Méjico haciendo lo que mas me gusta, la de saber que aunque en ese momento no pudiera correr cualquier otro día de mi vida si puedo hacerlo, la de levantar la cabeza y ver las caras de eso amigoss que están preocupándose e incluso temiendo por mí.

La suerte de saber que a miles de kilómetros hay gente que está despierta de madrugada para enterarse de cuanto le queda a ese familiar o amigo loco que está caminando por los campos de Zacatecas y encima los mensajes no les llegan con la fluidez que nos gustaría por la falta de cobertura. Yo voy tan forzado que ni me atrevo a escuchar o leer sus mensajes pues sé que me emociono y no quiero desviar mi concentración ni un segundo de la estrategia que me he marcado: caminar a 6km/h para llegar con un margen de media hora.

Al final conseguí llegar y para mi sorpresa terminar en 5ª posición general, pero esto no se trata de la posición en la que quedas, ni siquiera de deporte. Esto es conocer gente maravillosa, establecer unos vínculos que de otra forma es imposible establecer. Es ver como unos desconocidos te han cuidado como a un hijo durante tres días, como una amiga comparte tu felicidad, como un pueblo te ha mostrado cariño, respeto y hasta admiración. Ver como un compañero que quedó fuera de tiempo se marcó 12 horas de coche animando a los demás participantes, como un padre y su hija cruzan juntos las meta tras 515kms de esfuerzo, como el único equipo de tres (con uno de sus miembros con tetraplejia) consiguen terminar. Es ver como según vamos llegando a la meta todos, nos abrazamos y nos alegramos por el otro de corazón.

Es darte cuenta de que hay gente que te quiere mucho y mucha gente a la que tú quieres más y que juntando todo lo anterior ¿como no voy a ser feliz?